¡BANG, BANG, BANG!
Y sayanora au revoir bye bye al criterio...
A pesar de que el término idiosincrasia hace referencia al efecto que ejercen las relaciones entre grupos sociales y determina el nivel de afectación de las múltiples individualidades por estos, dentro de los parámetros de una captura cartográfica de la psyche de un territorio específico, honestamente, profanando el psicoanálisis, desde la idiosincracia generada por circunstancias concretas que problematizan la vida diaria a través de la imposición de la posible sucesión de eventos imprevisibles, como el temor, el terror, la angustia y el duelo, un espacio geográfico objetivo puede llenarse de albercas de sangre. La subjetividad nos rescataría al desfragmentar las perspectivas, pero no lo hacemos o, bien, no lo hacen. Festividades inocuas se celebran aún presagiando "mejores" tiempos venideros, mientras el presente se corroe desde la propia estructura que lo sostiene. Tenemos que arrebatarnos la tragedia de los ojos, fingir que no la conocemos y sonreir. Al dormir, todos esos niños muertos aparecen en nuestros sueños recordándonos que los hemos olvidado, y nos persiguen hasta no dormir. El beneficio, monetariamente, es un concepto oscuro porque solamente ocurre, no tiene principio ni fin, aunque evidentemente existen, simplemente decidimos ignorarlos. Aún hay quienes se sienten orgullosos de haber estado en la sala V.I.P. (de valuable idiotic people) de un concierto de Luis Miguel, y ahora de Reik. El Estado ya se siente amenazado, porque el narco cambió las palabras por dinero, con la moneda compran armas y con estas, nuestro silencio. Callados, bonitos y callados. Las invitaciones se miran con desconfianza, la comunidad se resquebraja y se miran unos a otros como culpables en lugar de pensarse actores del cambio. El régimen es absoluto porque obedecemos, queremos protección civil a toda costa, nos importa un carajo la vida privada, la experiencia particular. Los legisladores se masturban con billetes de Sor Juana, y los hombres necios se evaporan, constituyendo en sí mismos la organización de un país. Nadie es víctima aquí, todos somos culpables.
Sin embargo, optaré por una "postura" realista y objetiva, como dice el sarcofágico periodista o el escandaloso presidente en turno. Pusilánimes galimatías, puro record adverso de situaciones. Es la conciencia guerrera de un territorio sin potencial militar, es la impotencia del corrupto que se lava las manos con la sangre que escurre de cada billete dorado que cae entre sus piernas. Nos importa una mierda los sesos en nuestras paredes, ¿por qué el gobierno no tiene un sistema sanitario ejemplar? Olvídate del IMSS, recuerda la SEMEFO, tu vida será larga pero tus esperanzas se mojan en el extranjero. Carga con billetes carrillero, que sean de a dolar, al fin de cuentas en cualquier momento te puedes marchar a Canadá para aprender inglés y hablar desde aquél bosque sin tu cabeza entre las rodillas vomitando la realidad que estuviste a punto de vivir. Cada dolar tiene su lugar puesto en una tanga que funciona como grillete. Adoramos esclavizar o, bien, adoran.
El narco se organiza bajo un temperamento neoliberalista, la conquista individual de los bienes, la posesión ritual de los terrenos, alimentándose del hambre de un pueblo enardecido, mal entendido. Así es como asisten a nuestras "grandes fiestas" impunes y nos dinamitan. La idiosincracia del éxito, el estúpido rumor del dinero constructor: mexicanos de vacaciones en Paris que dialogan sobre la pobreza en África y el sur de Asia, mientras que en su propio pueblo el padre de su compañero en la banca de la escuela primaria ha solicitado una beca que no le darán porque su familia no es lo suficientemente pobre como para compadecerle (suele ser que "solicitan" que tu padre gane menos de $4,000 al mes). Las becas se quedan entre los más dispuestos a seguir contaminando la cultura. Becado, príncipe de la Academia: Inculto, más bien idiosincrático.
Se me afigura, desde un punto de vista muy particular, que nos hemos entregado a la demagogia, enamorados de una triste democracia basada en la falta de participación, y cuando exigimos nuestros derechos, la replica aplicada se extingue en deseos de dominación, de imposición. Tenemos una historia más allá de lo increíble, por tanto, nos escabullimos de ella, la desconocemos, nos interesa poco, y peleamos con otros países latinoamericanos por el privilegio de ser el más grande entre patéticos corruptos y fraudulentos seres devotos. Doble moral, artilugio de la santería, religiosos, si, pero sin ligarse a nada.
Si permanecemos asi, sólo somos un objeto obsoleto en la conciencia del pueblo, somos en verdad esos hijos indeseables para la sociedad... pero, ¿lo somos para la Cultura?
No dejemos que el dinero nos arruine, si consiguen un buen trabajo, no lo restrieguen en la cara de nadie más, llévenlo a cabo con la responsabilidad de alguien que cambiará las cosas. No sean uno más influido por la narcopolítica. El dinero no es prosperidad, es la moneda de cambio o, bien pues, la estrategia de la estática cultural.
Cada vez que escucho a un mexicano hablar mal de cualquier centroamericano o sudamericano, siento ganas de destruir el mundo, y cuando estos individuos que han sido ofendidos en su raza, en su cultura, y obtienen su revancha llamando al mexicano un inmigrante, un corrupto, un narco, entonces recuerden que «yo» no confieso a través de mí la pena que me provocan mis compatriotas, solamente les recuerdo que tal comentario lo podría leer una madre que ha perdido a su esposo y a su niña pequeña en una batalla de armas sólo porque alguien consideró que la muerte de un empresario es inherente al "debate político".
Los diez mandamientos deberían de convertirse en uno solo: ¡NO JODER AL OTRO, NUNCA!